suicidio

El pasado 11 de Diciembre, el nombre de Fernanda se añadió a la larga lista de jóvenes que decidieron quitarse la vida, abriendo de nuevo un campo de reflexión sobre la salud mental de nuestros estudiantes. Primero que nada, es importante que entendamos qué es el suicidio y así desmitificar algunas creencias que existen en la sociedad.

No hay personas suicidas, más bien hay personas que mueren por suicidio.

De la misma manera que un persona no es el cáncer en sí mismo, sino que muere por cáncer; esto significa que, en realidad, lo que mata es la afección o el trastorno emocional, y éste el causante de diferentes tipos de síntomas, entre ellos la conducta suicida.

Los principales trastornos que padece la población adolescente es la ansiedad y la depresión y estos se toman como los principales factores de riesgo asociados a la conducta suicida. Es aquí donde tenemos que poner atención, pues existen tratamientos basados en evidencia, como es la terapia cognitiva-conductual, para atender a pacientes con estos trastornos.

La segunda causa de muerte entre los adolescentes es el suicidio. La primera, son los accidentes.

Quitarse la vida entre adolescentes es un problema que se duplicó en dos décadas y sigue en aumento. Los especialistas aseguran que el 90 % de los suicidios se debe a que el adolescente tiene alguna enfermedad mental, es decir, que padece de algún trastorno que es posible diagnosticar, atender y eliminar.

Tenemos que aceptar la responsabilidad que implica que las dos principales causas de muerte de nuestros jóvenes se deben al descuido y displicencia con que los tratamos. Pues así como los accidentes se pueden evitar y prevenir, también se pueden prevenir los trastornos asociados al suicidio. Y es nuestra obligación y responsabilidad velar porque nuestros hijos y hermanos estén bien.

Es más, existen (por lo menos en Te Queremos Escuchar) protocolos de prevención, intervención y contención de la conducta suicida que se pueden implementar en escuelas y centros educativos que ayudarían a salvar jóvenes. Y que contienen elementos como:

  • Detectar riesgo suicida mediante evaluaciones
  • Identificación de pensamiento suicida
  • Psicoeducación de riesgo suicida
  • Prevención del suicidio
  • Asesoría a paciente y familiares
  • Contratos terapéuticos
  • Apoyo a los jóvenes para manejar sus emociones.

Aún hay numerosos mitos en la sociedad con respecto a los comportamientos suicidas, por eso comentaremos algunos de estos mitos a continuación:

  • Mito 1: Las personas que mencionan su propósito de suicidarse sólo quieren llamar la atención.

Realidad: Más del 95 % de personas que llegaron a suicidarse manifestaron claramente sus propósitos y la otra dejó entrever sus intenciones de acabar con su vida.

  • Mito 2: Las personas que sobreviven a un intento de suicidio están fuera de peligro.

Realidad: Un momento de mayor tensión se detona después de la crisis suicida. La persona está particularmente frágil a las pocas horas del evento, por lo que se encuentra aún en peligro real de hacerse daño.

  • Mito 3: Las personas con ideas suicidas son peligrosas y pueden lastimar a las demás personas.

Realidad: El suicidio supone quitarse voluntariamente la vida, principalmente se refiere a un acto autoagresivo-autolesivo que habitualmente no se acompaña de asesinato u occisión en quienes lo realizan, sin embargo, una persona que comete homicidio, puede decidir quitarse la vida para evitar las consecuencias de su acto.

  • Mito 3: El suicidio es un acto puro de cobardía.

Realidad: Quienes han decidido quitarse la vida son personas que llevan un largo tiempo intentando resolver sus problemas, sin embargo, no lo han logrado, por lo que realmente pierden la esperanza y sufren mucho, llegando a considerar la muerte como la única salida real.

Nosotros como sociedad tenemos que hacer un esfuerzo para combatir el menosprecio actual hacia el cuidado de la salud mental, realizando acciones concretas, hilvanadas dentro de un programa global que involucre la educación emocional de los jóvenes, la atención de la salud mental y la prevención de trastornos mentales; y junto con los profesionales de la salud, lograr que los jóvenes salgan de la estadística que los coloca como los más vulnerables al suicidio.