cancer

Escuchar hablar del cáncer es algo cada vez más común. Recuerdo la primera vez que tuve contacto con las consecuencias de esta enfermedad, tenía 4 años cuando mi abuelo murió de cáncer de páncreas. Fue bastante impactante para toda la familia, por lo que nos generó una idea de terror en relación al cáncer.

Yo pensaba que el cáncer de mama no era una posibilidad en mi contexto, pues no había historial en la familia, sin embargo hace dos años le fue diagnosticado a mi abuela materna. Este suceso fue muy impactante para todos pues nos tomó desprevenidos, además del peso que contiene la etiqueta “cáncer”. Escuchar esta simple palabra realmente genera miedo de forma automática, a pesar de no conocer el grado en el que se encuentra, el tipo, la zona en la que esté, etc. factores que hacen diferente las probabilidades del paciente. Este efecto me parece bastante relevante ya que demuestra la forma en la que funciona nuestra mente ante los sucesos de la vida, pues lo primero que hace antes de averiguar más datos es enfocarse en la palabra “cáncer” y hace una asociación directa con “Muerte”, por lo que la consecuencia de escuchar este diagnóstico es terror y tristeza. A pesar de que muchos tipos de cáncer son curables, nos fusionamos con la relación “cáncer=muerte” .

En cuanto al cáncer de mama a esta relación se le añade un aspecto que puede dar una connotación aún más negativa pues implica el duelo de la pérdida de la salud y además pega en el concepto de feminidad y autoestima de la mujer, “cáncer=muerte+menos mujer”. En la experiencia con mi abuela, yo notaba cómo se resistía a la idea de quedarse sin su seno. Todos estábamos concentrados en los temores por su edad y condición cardiaca al someterse a la cirugía pero olvidábamos lo importante que era para ella el hecho de perder su seno. Notaba cómo se devaluaba la preocupación que ella tenía, claro que lo más importante es la salud pero su malestar por perder su seno implicaba esta relación “cáncer=muerte+menos mujer” que no era tomada en cuenta. Este es un punto importante, debemos considerar todas las preocupaciones de la persona aunque para nosotros no sea lo más relevante. Validar el temor que siente la persona le puede ayudar a estar más cerca de aceptar el proceso a pesar de las pérdidas que impliquen, le da la oportunidad de lidiar con esas consecuencias para seguir adelante.

Los tratamientos para combatir el cáncer son tan agresivos que generan muchas consecuencias físicas que impactan en nuestra autoimagen. Lidiar con ellas, no fusionarnos a las relaciones que establecemos o las emociones que estas generan es de vital importancia para evitar problemas emocionales como la depresión, la ansiedad o conflictos de pareja en relación a su vida sexual. Para ello es importante que las mujeres que pasan por ese proceso busquen ayuda, se acerquen a su médico y otros profesionales de la salud, como psicólogos, para complementar su tratamiento. Recuerda que la salud no sólo es cuidar de nuestro cuerpo, sino también de nuestra mente.